Mateo San Segundo García, licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia, siempre ha disfrutado con sus dos pasiones: las clases y su hija, Blanca. Tras 42 años en un centro educativo, primero como maestro y luego como profesor de secundaria, ha pasado a la profesión de “jubilado”. Su otra gran dedicación es la discapacidad. Mateo es uno de los firmantes del acta de creación de Down España, padre de una joven con síndrome de Down y, desde hace 29 años implicado en el movimiento asociativo, hasta alcanzar recientemente la presidencia de Down España.

 

En esta confederación de asociaciones de familias y personas con síndrome de Down se ha producido el relevo de Fabián Cámara por Mateo como nuevo presidente para los próximos cuatro años. Fabián ha estado ocho años al frente de esta organización y ha tenido que superar momento duros, especialmente difíciles en los últimos tiempos. Cede elegantemente el testigo a Mateo, un historiador de carácter reposado aunque muy activo y que todavía cree en la utopía como “algo positivo”. 

 

Su nombramiento se produjo en la semana del 2 de mayo, un episodio histórico que Mateo recuerda con pasión sobre todo por el papel de los soldados y oficiales que se fajaron frente a los franceses y representan al esfuerzo colectivo de la ciudadanía. También le entusiasman los libros de Rosa Montero o la película “2001, una odisea en el espacio”.

 

Mateo ha iniciado un nuevo viaje donde no quiere dar marcha atrás en el progreso y en las conquistas de los últimos años. “Yo me muestro satisfecho y esperanzado con la lucha que hemos desarrollado en estos últimos años”. El mayor “palo” ha venido por las modificaciones en el reparto de los fondos de la X Solidaria pero “se han abierto otros caminos, hay que replantearse otras posibilidades, buscar fondos en otros sitios”.

 

En esta nueva etapa, Mateo considera muy importante el desarrollo de la educación inclusiva: “desde el principio, hay que tener en cuenta la atención temprana para conseguir la máxima inclusión de nuestros alumnos. Una labor que, muchas veces, queda en manos de la voluntariedad o el ánimo de algunos profesores. Desgraciadamente, tengo la sensación de que en los últimos años se ha dado algún paso atrás y se han fomentado los centros que agrupan a las personas con discapacidad”.

 

Otra de las preocupaciones de San Segundo es el empleo con apoyo, evitar las discriminaciones en lugares de ocio y fomentar la vida independiente de los chicos y chicas con Down. “No siempre se consigue, cada uno de nosotros somos un mundo pero cada día tenemos más experiencia y fomentamos los pisos compartidos a través de las asociaciones”.

 

Es cierto que el síndrome de Down es “la cara amable de la discapacidad” pero ha sido gracias “al trabajo y al esfuerzo de estos chicos que se han ganado el aprecio de sus jefes y compañeros porque cumplen muy bien con su cometidos”.

 

Un ejemplo de su responsabilidad son los proyectos de envejecimiento activo y sobre todo, aquellos casos donde los hijos con síndrome de Down cuidan de sus padres y envejecen juntos. Un ejemplo de “la clase” que cada día nos dan, como la hija de Mateo que continúa la estela familiar y también muestra su apoyo a los demás. Suerte a este maestro en su nuevo cometido, donde encontrará a nuevos “alumnos” a los que ayudar.